Mantas cargadas maldad, las primeras guerras bacteriológicas

Cuando escuchamos “guerra biológica”, todos tendemos a pensar en poderosas armas salidas de los más sofisticados laboratorios de microbiología, pero hoy quiero enseñaros que este tipo de armas no son un invento nuevo y revolucionario, y que se usaron hace siglos con objetos que no se asemejan en nada a probetas ni jeringuillas.

Hoy vamos a viajar en el tiempo y en el espacio, concretamente quiero que retrocedamos 251 años y que nos transportemos unos miles de kilómetros hacia el  oeste,  a las zonas de los Grandes Lagos de América del Norte, donde estaba ocurriendo un suceso histórico que se recapitula en los libros. La corona británica, representada por el militar Lord Jeffrey Amherts en aquella región, era quien tenía el poder sobre aquellos terrenos, y los indios nativos veían como sus tierras eran dominadas por gente que era de más allá del océano. Así que las distintas tribus nativas decidieron unirse para comenzar una rebelión, la denominada Rebelión de Pontiac (nombre que viene de jefe de las tribus nativas más importante).  Tras varios ataques de los nativos americanos a diversos fuertes británicos, de los cuales destruyeron cuatro, Jeffrey Amherts decidió que no sólo podía usar los fusiles como medio de ataque, si no que había una forma más sutil de conseguir este fin. Tras cartearse con el oficial Coronel Henry Bouquet, Lord llevó a cabo su increíblemente inteligente aunque temible plan: regalar mantas a sus enemigos.

Británicos regalando mantas infectadas (autor: Peters)

Británicos regalando mantas infectadas (autor: Peters)

Visto así suena a acto plenamente humano encaminado a un son de paz, pero lo que Jeffrey Amherts no contó a los nativos americanos es que esas mantas tenían un regalo, un virus, ya que  habían sido utilizadas por enfermos de la viruela. Al haber sido éstas el cobijo de infectados contenían al virus Variola (o sea, el virus de la viruela), y añadiendo que los nativos americanos no tenían los anticuerpos contra ese virus, ya que nunca habían tenido contacto con él, comenzó una gran mortalidad en el bando de los nativos.

Y para entender como estas gentes, al igual que otras muchas alrededor de todo el mundo, sufrieron esta terrible enfermedad, vamos a conocer al pequeño individuo que la causa. Variola virus, de la familia Poxviridae, es un virus cuya información genética es ADN de cadena doble (como en humanos, aunque hay virus cuya información genética está en forma de ARN, o en una cadena sencilla).  Rodeando al ADN se encuentra cápside proteica, rodeada a su vez por una membrana que viene del propio individuo al que ha infectado.  Estos complejos de biomoléculas de tan sólo unos 320 nanómetros de longitud y 260 de ancho, se  transmiten a través de saliva, ya sea por estornudos, contacto directo durante un tiempo con personas que estén infectados, o por el contacto directo de objetos que hayan estado en contacto con personas infectadas.

Cuando el virus llega a nuestro cuerpo, la membrana del virus se pone en contacto con la membrana plasmática de alguna célula, entrando la cápside con el ADN por endocitosis. Una vez dentro, en el citoplasma, y tras liberarse de la cápside proteica, el ADN tempranos son procesados por la maquinaria de la propia célula para crear las enzimas que el virus para replicarse, y una vez están sintetizadas, trabajan con el ADN para replicarlo una gran cantidad de veces y para crear las proteínas para formar la cápside. Una vez tenemos las nuevas y numerosas moléculas de ADN de Variola rodeadas con sus respectivas cápsides proteicas, van saliendo de la célula, llevándose parte de su membrana para recubrirse, y matando a la célula y contagiando otras.

Variola virus (Fuente: The Microbial World)

Variola virus (Fuente: The Microbial World)

Y una vez que habéis leído toda esta información sobre la Viruela, y seguramente estéis pensando en ir corriendo a lavaros las manos, os voy a dar una buena noticia. Pequeños hipocondriacos, la viruela fue erradicada en 1980, registrándose el  26 de octubre de 1977 el último caso. ¿La solución a este problema? Tan simple como una vacuna. Sé que a ojos de la mayoría las vacunas no son más que una aguja con líquido dentro, pero contienen también la labor de numerosos investigadores que trabajan por el bienestar del ser humano, aunque últimamente se esté intentando mermar este intento de necesario progreso.

4 comentarios en “Mantas cargadas maldad, las primeras guerras bacteriológicas

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